Vivimos en una Venezuela enfrentada
por ideales de vida. Una parte de los venezolanos se identifican con los
ideales de la Revolución; mientras que otra con ideales libertarios, mas no
siempre liberales.
Tenemos entonces que en el común
del pueblo, ya sea, pobre, rico, clase media alta, o baja se produce una lucha
constante por definir una posición que apunte a un futuro mejor, con
oportunidades, reconocimiento del prójimo y mejor calidad de vida, pero siempre
se arrastra, con ese deseo, al ideal político que le dio impulso a esa lucha, y
que finalmente produjo la división de nuestra nación. Así, y fruto de esta
división, es que muchos apuntan como culpable a política.
Pero la realidad es que el
culpable de todos los males de la humanidad es el hombre, quien hace la
política, que se deja llevar por las ambiciones, que se ofusca con el apoyo de
las masas, quien es su ego se cree un dios, y que por tanto considera que todas
sus decisiones son correctas; o que, como en muchos casos de la historia,
sostiene que son correctas pero solo para mantener el poder que le da la
posibilidad de delinquir.
Debemos entonces para llegar al
diálogo, cada uno de nosotros, quienes al final tenemos la última palabra, desligarnos
de las aspiraciones políticas de nuestros líderes, y en ese momento ver los
problemas y soluciones que tenemos a nuestro alcance, para plantearlas a aquellos
que ostentan las posiciones de poder, tanto en el gobierno como en la
oposición.
Debemos enseñarles que la
política no es gobernar bajo una premisa de antojos y posiciones unipersonales
que garantizan una masa de votantes para mantener un cargo; la política es
escuchar a las bases, al pueblo llano, y gestionar el uso de los poderes para dar
soluciones concretas a todas las carencias, vengan de donde vengan.
En conclusión, para dialogar hoy
en Venezuela debemos olvidar a los liderazgos, a las órdenes de intolerancia, al
poder de la fuerza pública; y abrazar la opinión, el debate y la lluvia de
ideas en cada una de nuestras urbanizaciones, barrios, edificios, casas
ciudades y pueblos. Para luego hacerle entender a cada uno de los líderes de
cada tolda política, que el que manda es el pueblo en conjunto, y no ellos, que
son las personas a quienes se les paga para que se ejecute el mandato de la
unión de personas que son la Nación de Venezuela.
Manuel V Narváez B.
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