miércoles, 11 de junio de 2014

Mi Patria, mi Escuela.

La ética de una persona se mide por medio de la calidad del trato que les da a otros, mediando el respeto, la integridad, honestidad y la bondad.
La ética de un venezolano, quien asume ese gentilicio como propio, se debe medir por medio de su capacidad de honrar a su compatriota, dejar siempre en alto a su país, cumplir la Ley, y nunca olvidar a la nación de la cual es parte.
Muchas veces escuchamos hablar, en nuestra educación primaria, de los valores y de cómo estos debían gobernar nuestras acciones para saber lo que es correcto o incorrecto. Por medio de estas charlas se nos mostró la vía para ser ciudadanos ejemplares, y por sobre todo, nacionales venezolanos con identidad y sentido de pertenencia para con nuestra patria.
Cuando todos los días se nos indicaba que debíamos cantar el himno nacional “Gloria al Bravo Pueblo”, se nos estaba dando una lección sobre el patriotismo, la identidad y los valores de aquellos que se sacrificaron por su nación; pero además se nos estaban describiendo los caminos tortuosos que toman las personas que pueden influenciar a un pueblo a ser su propio enemigo.
Debemos entonces, en honor a esta tarea incansable de los colegios, unidades educativas, liceos, escuelas técnicas y principalmente la de todos los profesores y maestros que nos educaron, volver a conocer nuestro gentilicio y lo que significa pertenecer a esta nación.
No debemos olvidar que el primer requisito, para saber que uno es una persona ética, es la facultad de reconocer al prójimo como nuestro igual, y que antes de sentirnos jueces y verdugos por medio del imperio del miedo, debemos recordar la condición de seres libres que ampara el imperio de la Ley y de los valores libertarios que nos dejaron los personajes del himno nacional.
En fin, debemos recuperar la identidad que insufla el hecho de tener este gentilicio, y así extenderla al prójimo para recuperar nuestras costumbres, nuestro territorio, nuestras leyes, y nuestra patria. Sin importar que exista el delincuente, quien no tiene ninguna de estas virtudes, debemos darnos a esta tarea si verdaderamente queremos un futuro mejor.
 
Manuel V. Narváez B.