La ética de una persona se mide
por medio de la calidad del trato que les da a otros, mediando el respeto, la
integridad, honestidad y la bondad.
La ética de un venezolano, quien
asume ese gentilicio como propio, se debe medir por medio de su capacidad de
honrar a su compatriota, dejar siempre en alto a su país, cumplir la Ley, y
nunca olvidar a la nación de la cual es parte.
Muchas veces escuchamos hablar,
en nuestra educación primaria, de los valores y de cómo estos debían gobernar
nuestras acciones para saber lo que es correcto o incorrecto. Por medio de
estas charlas se nos mostró la vía para ser ciudadanos ejemplares, y por sobre
todo, nacionales venezolanos con identidad y sentido de pertenencia para con
nuestra patria.
Cuando todos los días se nos
indicaba que debíamos cantar el himno nacional “Gloria al Bravo Pueblo”, se nos
estaba dando una lección sobre el patriotismo, la identidad y los valores de
aquellos que se sacrificaron por su nación; pero además se nos estaban
describiendo los caminos tortuosos que toman las personas que pueden
influenciar a un pueblo a ser su propio enemigo.
Debemos entonces, en honor a esta
tarea incansable de los colegios, unidades educativas, liceos, escuelas
técnicas y principalmente la de todos los profesores y maestros que nos
educaron, volver a conocer nuestro gentilicio y lo que significa pertenecer a
esta nación.
No debemos olvidar que el primer
requisito, para saber que uno es una persona ética, es la facultad de reconocer
al prójimo como nuestro igual, y que antes de sentirnos jueces y verdugos por
medio del imperio del miedo, debemos recordar la condición de seres libres que
ampara el imperio de la Ley y de los valores libertarios que nos dejaron los
personajes del himno nacional.
En fin, debemos recuperar la identidad que
insufla el hecho de tener este gentilicio, y así extenderla al prójimo para
recuperar nuestras costumbres, nuestro territorio, nuestras leyes, y nuestra
patria. Sin importar que exista el delincuente, quien no tiene ninguna de estas
virtudes, debemos darnos a esta tarea si verdaderamente queremos un futuro
mejor.
Manuel V. Narváez B.
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